sábado, 14 de noviembre de 2009




UNA REFLEXIÓN SOBRE EL POSMODERNISMO
Aclaraciones Preliminares

Al inicio hay un problema de definición. ¿Qué es el posmodernismo? Artículos recientes escritos por académicos norteamericanos, y publicados en el internet, muestran que este término se usa en distintos sentidos, que difieren de autor a autor. El sentido de “posmoderno” depende también de la disciplina académica que se está considerando. Es usado por economistas, sociólogos, y filósofos con frecuencia para referirse a una forma de pensar o actuar, y también es usado para describir movimientos artísticos y literarios. Muchos intelectuales contemporáneos han perdido la confianza en el vocabulario y discurso tradicionales. En forma desesperada y aislada, cada uno por su cuenta, buscan nuevos términos, métodos y formas de pensar y hablar. Las certezas y las autoridades se derrumban y la desintegración social e intelectual se acentúa. Ya nada es cierto, y cada uno tiene que buscar sus propios valores y fabricar su propia verdad.

La variedad de usos de “posmoderno” llevó a Christopher Borst de la Universidad de Toronto a decir que el término no tiene un significado fijo, o peor, que no tiene ningún significado, y por eso cada cual llena la palabra con el contenido que le quiere poner. Esto da un aire de misterio a este término, y muchos otros términos similares que se ponen de moda. El que se atreve a usarlos da la impresión que posee secretos que los demás no poseen, e implícitamente nos invita a ser parte del grupo privilegiado que puede oír de su boca lo que nadie más puede revelar. Sin decir nada, literalmente, pide la confianza del que le escucha. Ni él mismo ni él que le escucha saben de qué se está hablando, pero no importa. El primero logró lo que quería, que alguien le prestara atención, y el segundo también siente que por fin le están dejando entrar a los secretos profundos. El ciego guía al ciego, y ambos corren el gran peligro de caer en el abismo. Dada esta situación, no debe ser sorpresa por qué nadie tiene una idea clara sobre el tema del posmodernismo, y cuando por fin leemos algo más o menos preciso sobre la materia, no nos satisface porque contradice lo que leímos la semana pasada.

John Fritzman de la Universidad de Cornell ofrece seis definiciones del posmodernismo, como resultado de su observación de cómo los intelectuales contemporáneos usan el término:
1. El conjunto de fenómenos culturales que constituyen el capitalismo contemporáneo.
2. Lo que se opone al modernismo, especialmente al capitalismo contemporáneo.
3. Lo que viene después de lo moderno.
4. El abandono del pensamiento lineal.
5. Lo ecléctico en las artes.
6. El pragmatismo anti-fundamental.

Fritzman comenta que los primeros dos sentidos se oponen y se contradicen, y que es posible ser posmoderno en los otros cuatro sentidos, o de una perspectiva de continuar lo moderno o de oponerse a lo moderno. Estas ideas se pueden simplificar tal vez en dos grandes alternativas: la promoción de lo último de las ideas económicas y tecnológicas por un lado, y por el otro, el rechazo de la herencia intelectual del período moderno, en búsqueda de algo mejor y más de acuerdo con la condición humana. Nos da, entonces, dos sentidos de posmoderno: lo ultramoderno y lo antimoderno. Fritzman escribió que no es posible ser posmoderno en ambos sentidos a la vez, pero esto dependerá de cómo se definen estas posturas en detalle. Vamos a explorar estas dos alternativas un poco más.

Para poder decir algo dentro del tiempo disponible, podemos simplificar drásticamente la historia de la civilización, reduciendo su complejidad a tres grandes épocas, que son la antigüedad, la época moderna y la época medieval que las separa. Desde esta perspectiva lo posmoderno es lo que vino al final de la época moderna, o después de ella, si se piensa que la época moderna ya terminó. Tendremos que establecer un marco cronológico, para aclarar de qué período precisamente se está hablando, y al hablar de algo posterior al período moderno, se tendrán que considerar las características que distinguen la civilización contemporánea de la de las generaciones anteriores. Con estas aclaraciones, podemos delimitar la tarea con más precisión:

1. Hacer una breve descripción de la época moderna en contraste con las épocas anteriores.
2. Describir la postura posmoderna que se puede llamar ultramoderna.
3. Describir la postura posmoderna en el sentido antimoderna.
4. Finalmente intentaremos evaluar el posmodernismo.

1 Características Distintivas de la Época Moderna

Se acostumbra definir la época moderna como el período que comenzó en el siglo 16 o 17 y terminó en la segunda parte del siglo 20. Para ponerle más precisión cronológica, podríamos sugerir, como fechas simbólicas y representativas, dos momentos importantes en la historia de la ciencia y la tecnología, ya que una característica dominante del período moderno es el desarrollo tecnológico e industrial, basado en la ciencia aplicada. Recordando que estos eventos podrían ser sustituidos por otros, podemos definir aproximadamente la época moderna como el período en el desarrollo de la civilización europea que comenzó en 1610 cuando Galileo observó por el telescopio las montañas en la luna, las fases de Venus, y las lunas de Júpiter. La época moderna terminó cuando la Unión Soviética lanzó al espacio el primer satélite, el Sputnik I, el día 4 de Octubre de 1957, y comenzó la era espacial, dentro del cual se presentan los fenómenos posmodernos.

Geográfica y culturalmente, la época moderna fue caracterizado por la expansión europea hacia el resto del mundo, primero para explorar y conquistar, y luego para colonizar, extraer materia prima para sus fábricas, y vender sus productos. Esta actividad de explotación fue acompañada a veces por la evangelización y la educación de los pueblos que dominaban. Para el final del período las ideas y logros europeos ya se habían difundido a todas las demás naciones, y usándolas en contra de sus creadores, se puso fin al dominio europeo.

La época moderna fue caracterizada por las guerras más destructivas de toda la historia. Se inició en medio de las guerras religiosas entre los estados romanistas y protestantes en Europa. Todas las ciencias, lo mejor de la tecnología, el poder industrial y el poder económico de las naciones más fuertes, contribuyeron a refinar las técnicas de destrucción a través de la época. Este proceso culminó con la Segunda Guerra Mundial, que terminó después de la caída de bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, los días 6 y 9 de Agosto de 1945. Más de 200,000 personas murieron en las dos explosiones y muchos más sufrieron como consecuencia directa.

Dos eventos políticos de gran trascendencia iniciaron la segunda fase de la época moderna. Estos son la separación de los Estados Unidos de Gran Bretaña con la Declaración de Independencia el 4 de Julio 1776, y la Revolución Francesa, que comenzó el 5 de Mayo de 1789. Los revolucionarios adoptaron el lema “Libertad, Igualdad y Fraternidad, Ni Dios, Ni Rey”, y en nombre de la libertad y la diosa de la razón, llenaron París con sangre. El siglo diecinueve vio la separación de las colonias americanas de España, la unificación y expansión de Alemania en Europa Central, y la expansión del Imperio Británico por todos los mares. Alemania y Gran Bretaña finalmente se confrontaron en la Primera Guerra Mundial de 1914-18 involucrando a muchas otras naciones, y lo repitieron una generación después con la segunda. Durante la Primera Guerra Mundial la Revolución Rusa de Octubre de 1917 inició el período de desarrollo de los estados comunistas, pero los avances territoriales del comunismo fueron conseguidos por los ejércitos de Stalin y Mao Tse Tung, y no por las ideas de Karl Marx.

A comparación con la antigüedad y la época medieval, la época moderna se caracterizó por grandes avances en las comunicaciones, comenzando con el uso de la imprenta como medio de comunicación popular durante la reforma protestante. La revolución industrial hizo de los ferrocarriles, los barcos a vapor y los automóviles, medios comunes de transporte. Un escocés, Alexander Bell, que fue a vivir en los Estados Unidos, inventó el teléfono, y transmitió las primeras palabras con éxito el 10 de Marzo de 1876. En 1909, un italiano, Guglielmo Marconi, y un alemán, Karl Braun, compartieron el premio Nobel por desarrollar la radio. Otro escocés, John Logie Baird demostró el primer sistema viable de televisión en Inglaterra en 1926, en 1932 la BBC de Londres inició sus servicios públicos, en 1936 imágenes de los Juegos Olímpicos fueron transmitidos de Berlín a toda Alemania, y en 1939 la televisión fue demostrado en la Feria Mundial de Nueva York.

En cuanto a las ideas, la época moderna también se caracteriza por el dominio europeo. Los europeos entraron en contacto con todas las demás naciones y culturas y se impusieron sobre ellas por su superioridad militar, tecnológica y económica. Los europeos, y las personas de otras naciones que adoptaron su forma de pensar, muchas veces despreciaron la reflexión y cultura de los demás, considerándolas por debajo de su nivel. Los secretos de la economía y la tecnología estaban en inglés, y no se traducía, por lo general, la literatura técnica. Las obras de literatos, filósofos y teólogos europeos sí fueron traducidos a los demás idiomas, pero no hubo flujo similar del pensamiento no europea hacia Europa. El europeo presentaba una cara de uniformidad y superioridad al resto del mundo, y en gran medida el resto del mundo le tomó en serio y le creyó.
Sin embargo detrás de esta fachada hubo grandes tensiones intelectuales que se aumentaban a lo largo de la época moderna. En 1610 cuando Galileo describía los planetas por primera vez, los europeos estaban profundamente divididos entre católicos romanos y católicos protestantes. El mundo moderno nació del mundo medieval, y la civilización era una civilización cristiana. Fuera del mundo cristiano solamente existía gente perdida. Los grandes enemigos vecinos, los turcos, fueron reconocidos como civilizados, pero más allá de ellos vivían solamente salvajes. En 1610 el europeo todavía desconocía las demás civilizaciones pero en aquel tiempo, lo desconocido no le preocupó. En ambos lados de la división entre los dos tipos de cristianismo hubo humanistas, pero eran humanistas que o reconocían al papa o eran humanistas protestantes. No hubo tolerancia en ninguno de los dos lados para otro tipo de pensamiento. Esta situación cambió progresivamente a través de la época moderna.

En 1610 eran escasos los que rechazaban el cristianismo, pero poco a poco se abrió un espacio para el libre pensamiento y se estableció la tolerancia religiosa. Un nuevo humanismo que rechazaba la autoridad religiosa de Roma y de la Biblia se hizo popular. La nueva autoridad era el hombre mismo, y con cada avance científico, tecnológico, geográfico y filosófico la confianza en su propia capacidad para comprender y dominar el mundo crecía. Paulatinamente la idea que el hombre era la medida de todo se imponía. El hombre, orgulloso de sus logros, se burlaba de las fronteras, y se paró en los polos, en lo profundo del mar y, en 1953, un hombre de Nueva Zelandia, acompañado por otro de Nepal, logró pararse en la cumbre del Everest, el pico más alto del mundo.

Mientras tanto, el cristianismo estaba en retroceso. De la mente humanista de Charles Darwin, después de dos décadas de titubeos, se divulgó, en 1871, una nueva explicación del origen del hombre y la población cristiana la asimiló. En esa fecha, todavía se utilizaba la cronología del Antiguo Testamento para fechar la historia universal. Una década después, los diccionarios bíblicos ya habían adoptado nuevas cronologías mucho más largas. Cuestionaron más y más la autoridad del papa de Roma en las universidades y en respuesta, cortó el diálogo y huyó a las neblinas del misterio litúrgico. En 1870 le quitaron sus territorios italianos y, en desesperación, se declaró infalible. Los teólogos protestantes, por su parte, comenzaron a criticar y despedazar la Biblia. Dejaron de creer en la revelación divina y pusieron su confianza y su mirada más y más en la experiencia religiosa. Mientras los misioneros romanistas y protestantes fueron a lo último de la tierra al lado de los soldados y los comerciantes, las autoridades tradicionales del cristianismo fueron casi abandonadas en los países de donde salieron. La civilización europea llegó al año 1957 agotada, insegura de sí misma y dividida internamente.

2. El Posmodernismo en el sentido de lo Ultramoderno

Todo lo que venía sucediendo en el mundo moderno sigue ocurriendo en el mundo posmoderno de las últimas cuatro décadas. Sin embargo, se pueden señalar algunos aspectos nuevos que son característicos del mundo contemporáneo. En algunas áreas de la vida, se pueden percibir cambios importantes que han afectado a todos de alguna manera, y han creado las condiciones que distinguen nuestra época de la época moderna, sin modificar la dependencia global de la ciencia aplicada.

La postura ultramoderna se caracteriza por el afán de gozar de lo último y mejor de la tecnología y comodidades que ofrece la era especial. A la vez se caracteriza por un desprecio hacia las personas, instituciones y regiones que no las tienen. En su peor forma esta actitud es egoísta y materialista. Las personas ultramodernas no pueden comprender a los que no comparten sus actitudes, y no tienen el menor deseo de intentarlo. No es necesario poseer los medios económicos y disfrutar de los bienes materiales deseados, para compartir esta actitud. Las personas ultramodernas son pragmáticas. Están dispuestas a hacer lo que sea necesario para conseguir lo que buscan. Desprecian el pasado y sólo miran hacia el futuro. Tradiciones de todo tipo les son irrelevantes. Su comunicación con los demás está solamente en función de sus propios planes y necesidades. La veracidad y la generosidad son para ellos debilidades para superar porque se constituyen en obstáculos para la eficiente consecución de sus metas. Respetan solamente la fuerza mayor, y no hay mucho espacio dentro de sus horizontes ni para amigos, ni para familia, ni para Dios.

Esta postura ultramoderna es el resultado directo del capitalismo que se ha venido desarrollando sin mayores controles durante todo el período moderno. Durante siglos se han sembrado las semillas y la cosecha es cada vez más grande y más alarmante. Los símbolos visibles son las torres de acero y concreto que se levantan en los distritos financieros de las ciudades. Entrar en ellas es para los privilegiados, y trabajar en ellas en forma permanente es someterse en forma permanente a la agresión de las actitudes ultramodernas. Para poseer un puesto de trabajo que le permite sentarse en una oficina amplia y lujosa encima de una de estas torres es necesario aprender y practicar sin titubeos el pragmatismo ultramoderno. Para ganar algo en esta región del mundo, parece que hay que estar dispuesto a vender el alma.

Algunas de las razones por esta situación han sido analizadas exhaustivamente y no es necesario, ni posible, repetir los detalles aquí. Se puede observar que las organizaciones de este mundo ultramoderno son más grandes que las personas y no pueden ser controlados por ellas. Un director puede tratar muy bien a sus subordinados, pero ninguno dirige la política de la organización que tiene que ser llevado por las leyes impersonales de la oferta y la demanda. Las organizaciones comerciales y financieras trascienden las naciones de cuyas poblaciones se alimentan. Tienen más recursos que los gobiernos. Si son acusados ante tribunales en un país, trasladan sus actividades a otro. Si sus directivos sienten lealtad, compasión o remordimientos de conciencia, comienzan a dudar en el momento de tomar decisiones, y pronto son remplazados por otros más eficientes y menos escrupulosos.

La era espacial se caracteriza por la globalización de este sistema económico. Las torres de sus organizaciones comerciales y financieras están presentes en todas las ciudades grandes en todos los países. Sus normas y procedimientos se adoptan en todas las culturas, pero la gente que los adopta no se hace europea, sino solamente aprende las leyes de la oferta y la demanda. Estas leyes fueron explotadas primero por europeos, pero como las leyes de la física y la tecnología industrial, pueden ser explotados por cualquiera que las entiende. Los europeos han criado y liberado este monstruo, y nadie hoy lo puede controlar aparentemente. El sistema penetra las culturas antiguas y trasciende las ideologías políticas. Ni el comunismo, ni el apartheid pudieron resistirlo. Promete prosperidad a todos y todas las naciones se están postrando a sus pies. El sistema económico mundial depende de, y promueve, lo último en las técnicas de comunicación. Los viajes ahora son en avión, y las comunicaciones internacionales son directas e instantáneas. De cualquier lugar se puede llamar por teléfono, enviar correo electrónico, o navegar en el internet. Cualquiera que tenga el dinero para comprar el privilegio puede usar esta tecnología.

Cualquiera puede ver también, por video, las últimas películas, y escuchar lo último de la música internacional, en pleno concierto, y para sí solo. Con los audífonos del walkman sobre los oídos, los pies pueden estar en la sierra, la selva o la playa, pero la cabeza está en un mundo privado de elección propia, compartido con millones de desconocidos en cualquier país que escuchan los mismos sonidos. Hay una tendencia general hacia la uniformidad, y el sincretismo, pero a la vez las personas se aíslan más el uno del otro, cada uno con su aparato electrónico. Gran parte de las palabras de la música popular internacional está en inglés, pero es difícil distinguir las palabras de las canciones y más difícil todavía traducirlas. No importa. El sonido de las palabras es más importante que su significado. Además, ya es permitido gritar, y hay que intentarlo. No te quedas satisfecho después, sino solamente triste, solitario y confundido. Se siente la necesidad de subir el volumen y gritar más fuerte.

3. El Posmodernismo en el sentido de lo Antimoderno

La generación que maduró en la década de los sesenta en Europa estaba desorientada y desilusionada con sus padres y sus antepasados. Ya no hubo fuerza entre los europeos para seguir dominando las demás naciones, y sus ideas comenzaron a fluir libremente hacia Europa, aumentando la confusión. Las bases tradicionales de la vida habían sufrido una erosión destructiva. Muchos estaban preparados a forjar sus propios caminos y hacer experimentos con el estilo de vida como nunca antes, y una minoría adoptó actitudes de oposición abierta a todo lo que se percibía como herencia del pasado. Los antimodernos, al igual que los ultramodernos, menospreciaban el pasado, y al igual que ellos querían gozar de ciertos de los bienes, especialmente los equipos electrónicos de uso personal. Sin embargo no estaban dispuestos a seguir la corriente de la mayoría y optaron por conservar su libertad, a pesar del sistema. Aceptaron el papel de minoría sin poder y se dedicaron a actividades propias.

Para esta minoría, la música, arte y literatura del pasado ya no servía y quería protestar intentando a crear alternativas. Se logró muy bien descargar las emociones pero se perdió el contenido, la coherencia, y la comunicación. En 1610 en Europa se bailaba en grupo, al estilo de la época. En muchos otros lugares del mundo también, la forma tradicional de bailar es en grupo. En el siglo pasado llegó a ser costumbre el baile de parejas. En la década de los sesenta se comenzó a bailar solo, como entre las tribus más primitivas de las selvas más oscuras. Por un tiempo la señal visible de esta protesta era el cabello largo y la tendencia unisex en el estilo de vestir. Más allá de la moda, se inició la promoción agresiva de una nueva moralidad sin reglas y límites. Se inició también la importación de elementos exóticos de cualquier origen al arte, a la música, a la literatura y a la religión, y se impulsó deliberadamente el sincretismo de ideas y estilos de vida.

Ambos grupos, los ultramodernos y los antimodernos, sienten la desilusión total con la herencia cultural que la época moderna les ha dejado, y ambos grupos han decidido romper con el pasado. La mayoría optó por participar plenamente en el sistema económico porque no estaba dispuesta a sufrir la inseguridad y pérdida de bienes y oportunidades que una oposición radical a la sabiduría colectiva contemporánea implica. Este grupo calló su protesta abierta, y se sometió a las leyes del sistema económico. Cumplieron sus horarios y cobraron sus sueldos. Sin embargo en su cabeza estaban los mismos pensamientos de protesta, pero solamente en sus horas libres se dieron el lujo de practicar su liberación del pasado. El resultado para la civilización europea, después de tres décadas, ha sido desastroso. Las industrias de diversión han aumentado enormemente, y la inmoralidad también. Las iglesias están vacías, y las nuevas religiones y sectas se están multiplicando. La segunda generación posmoderna ya no protesta contra el pasado. No sabe que hubo en el pasado. Sus padres lo consignaron al olvido, y no leen libros, ni tienen el deseo de hacerlo. Están sin raíces, sin identidad clara y sin rumbo para el futuro.

De los antimodernos que persistieron en su protesta, no solamente contra el pasado, sino contra el sistema económico también, han surgido varios movimientos radicales. Algunos de ellos han sido movimientos políticos destructivos, pero la mayoría de los movimientos políticos posmodernos aboga por la paz y en contra de las armas sofisticadas. Otros se dedicaron a la ecología, donde ultramodernos y antimodernos se han juntado para crear una nueva perspectiva sobre nuestro planeta. Otros se dedicaron al arte, a la música y a la literatura. Algunos se dedicaron a la filosofía, a la vida académica y aún a la teología. En cada área de la actividad humana contemporánea ha surgido movimientos y corrientes de protesta y oposición que tienen sus raíces en el rechazo antimoderno del pasado y del sistema económico imperante.

El clima de protesta antimoderna ha promovido el fenómeno curioso de la comunicación incomprensible. Este fenómeno no es completamente nuevo, pero está generalizándose mucho más que antes. Los pintores usan los colores en una manera totalmente personal, y los músicos de la misma forma usan la voz humana y los sonidos. Los literatos escriben palabras con asociaciones que solamente el autor comprende plenamente. Estos estilos fueron creados deliberadamente por radicales, que querían romper con el pasado y buscar nuevos valores, guiados por sus emociones e instintos, y a veces bajo la influencia de estimulantes o drogas alucinogénicas. Repudiaron la idea que la comunicación clara de ideas era necesaria. De esta manera se ha dado un enorme impulso a la expresión libre, y el contenido y el significado han quedado atrás. Durante la época moderna la duda radical de todos los valores fue expresado solamente por algunos filósofos y excéntricos, pero en la actualidad posmoderna, se está propagando esta actitud a millones. Sin comprensión o análisis, muchos la aceptan, la imitan y la enseñan a otros.

Durante la época moderna, la física fue la ciencia que más descubrió los secretos ocultos del universo. Fueron las ideas y trabajo de Copérnico, Kepler, Galileo, Newton y las personas que les creían, que permitió la adopción general de la mentalidad científica. Fue la física que permitió la comprensión de la electricidad y el desarrollo de la tecnología electrónica que domina nuestra época. También fue de la física que vino la idea de la relatividad y el principio de la incertidumbre, ideas prominentes en la crítica posmoderna. Una de las ideas revolucionarias recientes, desarrollada para complementar la teoría de la explosión inicial, es que el universo es limitado, pero no tuvo un punto de origen. El físico Paul Davies, en su libro “La Mente de Dios”, escrito en 1992, sugiere que la idea es compatible con el panteísmo, pero no con el Creador de Génesis capítulo uno. La noción racionalista del panteísmo aparece frecuentemente en la crítica posmoderna, y en todas las áreas, desde las canciones populares y las películas, pasando por las sectas de la nueva era, hasta la mecánica cuántica.

La literatura posmoderna, en el sentido de “antimoderno”, ha desarrollado su propia terminología para los grandes problemas intelectuales. Los griegos intentaron describir el mundo físico y hablaban de lo que podría estar detrás de ello, de la metafísica. Les fascinaba el misterio del universo y especulaban sobre su origen, su naturaleza y su futuro. Estas ideas fueron heredadas y desarrolladas por los teólogos medievales quienes también especulaban sobre la metafísica, más allá del mundo físico. El período moderno comenzó con una nueva visión del cosmos, y hasta el fin del siglo pasado, esta visión científica del cosmos fue acompañado por un conocimiento general de la Biblia, por lo menos en países protestantes. Los filósofos, teólogos y científicos modernos hablaban de la cosmovisión, y también especulaban sobre el origen del cosmos, el cosmogénesis.

La crítica posmoderna no habla de la metafísica, y tampoco de la cosmovisión, sino del discurso y la metanarración. Cada uno pronuncia su discurso, y tiene derecho a hacerlo como quiere. La metanarración está detrás de los discursos y les da coherencia. Son proyecciones de la mente humana en un intento de manejar lo desconocido. Las metanarraciones se construyen a partir de los discursos y son relativos, dependiendo del ingenio del que analiza los discursos. Son instrumentos usados por los estudiosos para crear significado y coherencia que él que pronuncia los discursos no puede ver. Varias interpretaciones son permitidas y el que lee, crea el significado de las palabras que está leyendo, generalmente en forma inconsciente. Un ensayo de la crítica posmoderna radical, publicado en la revista “Irreverencia”, cita Nietsche, Heidegger, Foucault, y Derrida y termina con una definición de la filosofía: “El movimiento por el cual, no sin esfuerzo e incertidumbre, uno se separa de lo que se acepta como la verdad y busca otras reglas…”

4. Evaluación

Ahora intentaremos evaluar el posmodernismo a la luz de la revelación bíblica, y desde la perspectiva de la historia universal, como San Agustín y los reformadores protestantes evaluaron a sus contemporáneos.

1. Parece que las dos actitudes posmodernas, la ultramoderna y la antimoderna, tienen mucho en común, a pesar de sus opiniones opuestas del sistema económico imperante. Ambas posturas tienen sus raíces en el período moderno, y son productos del humanismo secular. Ambos son pragmáticos, definiendo las reglas y normas de conducta a partir de las circunstancias que se viven. Ambos niegan la existencia de autoridades, con la excepción de las fuerzas del mercado, por un lado, y el imperativo del sentir personal, por el otro. Ambos tipos de posmodernismo menosprecian el pasado e ignoran que su civilización surgió de una sociedad cristiana. Las palabras de Pablo vienen a la mente:

“… habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios …y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (Ro.1:21,22,28)

2. Los dos tipos de personas posmodernas experimentan la contradicción de disponer de lo último de la tecnología de comunicación, pero viven una verdadera crisis de comunicación. El estilo ultramoderno de vida no tiene espacio para la lealtad a los amigos y a la familia, y solamente existen socios y competidores. A los demás se les trata como objetos, y en vez de formar relaciones duraderas con las personas se las utilizan solamente para conseguir las metas propuestas. Para el ultramoderno, en su tiempo libre, siempre se pone música de fondo, o los parlantes del walkman en los oídos. Aún cuando se baila en pareja la música es tan fuerte que corta la conversación, y se come solo, mirando video o programa de televisión.

El estilo antimoderno tal vez tenga más lugar para relaciones de amistad, por su tendencia menos formal, pero si se practica seriamente la comunicación incomprensible y la búsqueda de valores originales y propios, la separación de los demás es aún más profunda. Cada vez se habla más y se entiende menos. Todos hablamos pero nadie escucha, y ninguno entiende al otro. Cada vez los grupos que se comunican con facilidad entre sí son más pequeños y a la vez, más numerosos. Mientras se van eliminando las distancias culturales y se quiebran las fronteras raciales, imponiéndose la uniformidad y sincretismo posmodernos, al final podríamos quedarnos cada uno gritando a voz en cuello, y completamente aislado de los demás. Hace recordar lo que Cristo mando a decir a una iglesia:

“…tu dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tu eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.” (Ap.2:17)

3. Una tercera observación, también algo paradójica, es que a la medida que se logra deshacerse de todo vestigio y memoria del pasado, las personas tienden a repetir precisamente los patrones de conducta ya conocidas en todas las etapas de la civilización. Se busca novedad espiritual y sólo se encuentra el viejo panteísmo y espiritismo. Se deshace de la tradición cristiana y se comienza a vivir como los antiguos romanos, griegos y egipcios. El antimoderno intenta a liberarse de toda regla y norma, pero el primer hombre también hizo esto. Lo único que logró era dañarse a sí mismo y condenar a su descendencia a la miseria y la muerte. Los posmodernos toman por guía formas de pensar y de vivir que se manifestaron claramente al final del período moderno. Sí hubieron mirado más atrás, hacia el inicio del período, habrían visto mejores modelos. Los contemporáneos de Galileo no habían eliminado todavía el temor de Dios de sus mentes, tenían la costumbre de asistir a cultos públicos y la palabra de Dios dominaba los medios de comunicación. ¿Es demasiado soñar que la humanidad podría volver a esos valores bíblicos, sin perder los avances científicos y tecnológicos de la época moderna?

“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.” (Proverbios 1:7)

4. A pesar de sus logros tecnológicos, su notable progreso hacia la unificación de la raza humana, y sus enormes esfuerzos para crear ambientes cada vez más controlados y organizados a su gusto, el hombre posmoderno no logra escaparse de la realidad. La tendencia de globalización y las comunicaciones internacionales nos permiten ver que todos los hombres somos iguales, a pesar de las diferencias superficiales de costumbres y lengua. Todos los hombres son codiciosos, mienten, roban, asesinan y cometen adulterio. Cada vez es más común la rebeldía en contra de los padres, y el abandono de los ancianos a su suerte. En todo el mundo los hombres piensan que toda su vida y su tiempo les pertenece. Todos los hombres blasfeman, fabrican sus ídolos, e inventan sus propios dioses. Los antiguos diez mandamientos fueron dados por Dios a una nación hace muchos años, pero son válidos para todos los pueblos y todas las épocas. El hombre puede borrar el pasado de su mente y negar toda obligación hacia Dios y el prójimo, pero no puede cambiar la realidad de ser criatura. No puede vivir solo, porque Dios lo hizo para vivir en familias. No puede encontrar el mejor camino si extingue la luz de la revelación divina, y no puede evitar la audiencia final que le espera ante el trono del juez del universo. El antiguo predicador ya advirtió:

“¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo bajo el sol.” (Eclesiastés 1:9)

5. En conclusión, tal vez tengan razón los críticos posmodernos que dicen que el hombre moderno está moribundo y su civilización está por derrumbarse. El hombre moderno progresó mucho; tanto que ya no cree en el Dios que se ha revelado en las escrituras. Hoy está dispuesto a aceptar cualquier mentira como verdad espiritual. El hombre que conquistó el planeta entero y logró pararse aún en la luna, está agotado, deprimido y ensimismado. Para este malestar, hay un solo remedio:

“…Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es él que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” (2 Co.4:6)

© Prof.Donald Smith Kennedy, Seminario Evangélico de Lima, 21 de Octubre de 1998