miércoles, 16 de septiembre de 2009

La enseñanza de la Filosofía dentro del contexto institucional actual

La enseñanza de la Filosofía dentro del contexto institucional actual

La enseñanza de la Filosofía dentro del contexto institucional actual, está entroncada dentro de un contexto de naturaleza mucho más global y general que es el de la postmodernidad o espíritu postmoderno. Dicho espíritu, que se nutre de todas las críticas realizadas al sujeto de la modernidad, rompe con muchos de los ideales actuales que se sostienen en las escuelas como paradigmas educativos de avanzada; esto es, mientras que el espíritu es posmoderno, la educación escolar sostiene pilares de la modernidad. Hay como un choque de hegemonías que se traduce en un desconcierto en algunos casos paralizante.

Tal desconcierto, genera consecuencias bastante desagradables, ¿cómo se puede sostener la búsqueda de un sujeto crítico, que busca conocer los misterios de la realidad- ideal moderno-con la idea de la crítica que se funda en la negación de valores gnoseológicos y axiológicos que sean fundamentos y explicaciones últimas? No hay fundamentos en la postmodernidad; sólo perspectivas. No hay búsqueda de principios absolutos; todo es tan relativo como la vida humana.

Entonces, ¿cómo enseñar filosofía desde esta perspectiva?, ¿se debe limitar la enseñanza filosófica a ser nada más que un instrumento de crítica respecto de lo instituido como natural?, ¿no debe tener como finalidad la búsqueda de la verdad, aunque ésta no sea más que creencia transitoria hasta que mejores explicaciones se interpongan?, ¿tiene sentido enseñar filosofía desde el lugar del relativismo, sin tomar ninguna posición como mejor fundada respecto de la problemática tratada?, ¿es enseñar a pensar dar distintas alternativas respecto de un tema, sin tomar ningún compromiso ante ninguna de ellas?,¿se puede separar la enseñanza filosófica del compromiso ideológico del que enseña?.

Estas no son más que algunas de las preguntas que surgen frente a la posibilidad de enseñar filosofía en el contexto de una institución educativa que está inserta en la postmodernidad, donde impera la negación de fundamentos últimos, la globalización a nivel económico y político y un fuerte descreimiento en el hombre como constructor de un mundo mucho más justo y equitativo. Si a esto le sumamos que no hay un hacia donde ir en común, no hay un futuro que se debe alcanzar, sino que cada quien construye su ética y conocimiento como mejor le parece, los problemas se agudizan aún más.

En medio de todo este conjunto caótico en el que nos sumerge la vida posmoderna están los adolescentes, quienes permanentemente buscan respuestas en sus hogares y no las encuentran, dado que muchos de esos hogares tienen una composición familiar muy distinta que la de hace años atrás. Muchos de los chicos son de padres separados, criados por sus abuelos, de un sector social ligado casi a la indigencia cuando no indigentes propiamente, con serios problemas de adaptación social y de conducta en las escuelas, sin ningún tipo de esperanzas respecto de su futuro, estudiando por obligación y con un total desinterés.

Además de la falta de comunicación de estos chicos con sus padres, dado que como dijimos, en muchos casos no existen, no están ni siquiera para retirar el boletín de sus hijos, los chicos están en una etapa en donde ya no son más niños pero tampoco son estrictamente adultos, es decir, están en una etapa de transición y adolecen de muchas cosas. Son concientes que la niñez ha quedado atrás, pero no saben cómo van a enfrentar su futuro. Tienen certeza que ya no tienen diez años y un total desconcierto respecto de lo que van a ser después de acabar la secundaria. Claro que muchos de ellos saben que terminar la secundaria no les abre las puertas, que no hay un mundo que los esté esperando con las manos abiertas; todo lo contrario, no los espera, no hay oportunidades para ellos. Y esto lo saben bien.

El mundo que espera a estos jóvenes es un mundo de ofertas de productos tecnológicos, un sistema capitalista que apunta permanentemente hacia ellos queriéndole ofrecer todo tipo de productos que no sólo no son necesarios sino que, además, son totalmente nocivos para la construcción de su subjetividad. El mercado de consumo los espera con las manos abiertas, no el mercado laboral.

Ante la falta de respuestas que los chicos encuentran en sus hogares, los profesores tienen que desarrollar muchas veces el lugar de la consejería psicológica. Tienen que poner el corazón más que la razón y escucharlos como el padre que muchos de ellos no tienen. Después de ello, tienen que evaluarlos. El profesor tiene que dar respuestas concretas, que puedan solucionar problemas. En tal sentido, en muchos de los casos, las abstracciones filosóficas no hacen más que agregar mayor confusión a las que ya tienen.

Si los padres no tienen respuestas porque no están, si el mundo los considera sujetos de consumo, si no existen valores absolutos, si no tienen esperanza laboral, si su propia edad se les presenta como problema y si los profesores ante cada problema concreto toman el discurso de que todo es relativo y no le dan ninguna respuesta, porque su tarea es la de abrir el abanico de posibilidades, los chicos se encuentran ante una falta total de recursos que los vinculen consigo mismos y con su propia realidad.

Ante todo esto, si le sumamos que el contexto institucional está atravesado por una variedad significativa de elementos culturales disímiles, que la composición de los chicos es tan heterogénea como las ideologías de los distintos profesores, que el sistema económico imperante produce la exclusión y la pobreza, así como la emigración de ciudadanos hacia otros países buscando un mejor desarrollo para sus hijos, entonces la enseñanza de la filosofía se torna mucho más complicada de lo que de hecho es.

Mientras que los profesores enseñan que los chicos deben ser críticos del orden social vigente, deben buscar la transformación social, muchos de los chicos están atravesando problemas concretos que los exceden de esta discusión. Antes de pensar en transformar su contexto social que, posiblemente los sumerja en muchos de los problemas que tienen, deben luchar contra problemas que son mucho más grandes y que son los que realmente les preocupan. Muchos deben luchar todos lo días para comer, para criar a sus hermanos más chicos, deben soportar un ambiente familiar hostil o indiferente, entre otras cosas.

En este mundo postmoderno todos son rehenes de un sistema que tiene reglas claras y consecuencias también claras. Se insiste en que los profesores deben enseñar a los chicos que la realidad no es algo natural y que, por tal motivo puede ser modificada. Sin embargo, se habla de la realidad como algo muy general, que está allí afuera, cuando los problemas de los chicos son bien concretos y están allí adentro de sus corazones. Por otro lado,¿quién determinó que todo lo que el hombre ha naturalizado es malo?,¿qué significa crítica de lo establecido? Pues, si la filosofía es una crítica permanente de todo lo establecido, entonces no hay nada permanentemente establecido, y si no hay nada permanentemente establecido, entonces no hay nada que criticar como establecido.

La realidad es demasiado compleja como para poder afirmar con certeza qué cosas son criticables y cuáles deben permanecer. Además, cada persona percibe las cosas con un lente individual e insustituible. Por supuesto que puede haber una coincidencia sobre muchas cosas, pero también existe una disidencia sobre muchas otras. Y parece que desde este espíritu postmoderno lo disidente, las opiniones alternativas son la regla y no la excepción, dado que, en términos protagorianos, si el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son y de las que no son en tanto que no son, entonces resulta imposible tener una mirada sinóptica de la realidad, en ninguna de las multiformes maneras que ésta se presenta.

De manera que afirmar que la filosofía es una crítica de lo establecido, como señala Horkheimer, y que se debe enseñar a los chicos que deben ser críticos tiene muchas aristas controvertidas. Ser críticos por sí mismo no tiene ningún sentido; serlo con la finalidad de romper con lo establecido nos lleva a preguntarnos sobre qué cosas de las establecidas se deben romper, y supone un conocimiento demasiado profundo del comportamiento de la realidad que es heterogénea y multiforme. Por otra parte, transformar la realidad supone romper con lo establecido para establecer alguna otra cosa en su lugar, es decir, volver a algo establecido, también transitoriamente.

Me temo que los chicos están mucho menos preocupados con cambiar su macromundo que con cambiar sus pequeños grandes problemas que se corresponden con su micromundo y allí debe apuntar la enseñanza filosófica. Toda enseñanza filosófica que no contribuya a la solución de problemas, no sirve para nada .La filosofía surgió como respuesta a los enigmas que presenta el mismo hecho del ser de los entes, como búsqueda de la verdad, con la finalidad inmediata de dar respuestas concretas a los problemas más complejos, pero también más habituales.

La enseñanza en el nivel medio debe caracterizarse por tomar conciencia de los problemas más comunes que tienen los chicos de un determinado colectivo social, de una determinada fracción de la sociedad, para poder intentar dar respuestas con la ayuda de todo el conjunto de aportes intelectuales que nos han llegado de nuestra gran herencia filosófica. Claro que no hay respuestas definitivas a los grandes enigmas de la humanidad, pero sí existen respuestas a problemas concretos que pueden contribuir a un mejor funcionamiento de la sociedad.

No sólo es posible la enseñanza de la filosofía en el nivel medio, sino que es deseable y aconsejable, para poder pensar y repensar los problemas sociales desde los propios problemas y con la finalidad de hacer la vida mucho más agradable de lo que por sí misma parece ser y de hecho es. Es necesario contrarrestar todo un espíritu capitalista que está en contra del saber y que sólo busca maximizar las ganancias destruyendo y gastando las ilusiones de los chicos, que aún están en conflicto con sus familias, con la sociedad y con ellos mismos.

Desdeñar la enseñanza filosófica es desconocer que para resolver los problemas es necesario reconocerlos previamente y que pare reconocerlos es necesario pensarlos para después combatirlos.

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